miércoles, 20 de abril de 2011

Triatlón de Sevilla ... parece que nos gusta el suelo

Triatlon de Sevilla...desde el suelo, segunda parte

Tras recoger a los niños en la guarde, el viernes por la tarde y con todas las maletas y maletitas en el coche, salimos rumbo a Sevilla. La verdad es que viajar con niños de un año y medio es un poco odisea y si el viaje es largo, ni te cuento. Así que a última hora decidimos realizar el viaje en dos días. Primera estación: Salamanca.

A todos los cachivaches necesarios para ellos, había que sumar los míos para la prueba. ¡Menos mal que mi primo (político) me cedió su bici! Ya he dicho en alguna ocasión que es triatleta (no como yo).
Como decía, tras un viaje tranquilo nos ho
spedamos en un hotel que ya conocíamos, baratito y muy apañado, allí hicimos todas las labores requeridas por los peques y todos a la cama, ya que al día siguiente tocaba madrugar. Adrián decidió que estaba mejor de fiesta que en la cuna que nos pusieron, así que empezó a berrear a eso de las 10 de la noche y terminó a eso de las 4 de la mañana. En ese tiempo, yo sólo miraba el reloj diciéndome: “mañana me quedan por delante 500 Km y un triatlón, y este cabr….. no se duerme”.

Sonó el despertador, puntual, a las 6 de mañana (habiendo dormido un par de horitas), así que, todos arriba. Todos, excepto Adrián, claro. Que ahora había decidido que quería dormir. Por fin pusimos rumbo a Sevilla. El viaje volvió a ser tranquilo. Toda la familia se durmió casi en el mismo instante en el que salíamos de Salamanca, excepto yo, claro. Teníamos que llegar enteros al destino.

Se acercaban las 12:30 de la mañana, cuando llegamos a Sevilla. Como el control de material lo cerraban a las 15:00, sin pasar por casa fuimos directamente a por dorsales, chip y resto de chismes que entregaban. Lo primero que vi, es que tenían montado un tinglado impresionante. Una importante extensión en la Isla de la Cartuja (dónde la EXPO) estaba totalmente ocupada por los parkings, circuitos y otras áreas destinadas a la fiesta del triatlón. “A priori” la organización parecía impecable. Realmente habían montado una macrofiesta: showroom, área técnica, área mecánica, guardarropía, vestuarios, discoteca para la noche, etc.

El Centro de Alto Rendimiento se había puesto a disposición del triatlón y eso se notaba en los medios existentes. Con las labores hechas, llevé a la familia a su destino, y tras eso, vuelta a boxes a preparar la bici, mi box, marcarme, etc. La hora límite se aproximaba, y con ella los nervios.

En la bici que me habían prestado tenía que colocar mis pedales, comprobar altura de sillín, averiguar como funcionaba el cambio ya que yo uso Campagnolo y tenía montado Shimano. Estuvo “gracioso” porque yo le daba a las manetas y curiosamente, siempre me cambiaba al revés de como yo quería. Comenzaban los problemas. El sillín estaba muy alto, algo previsible ya que mi primo es un poco más alto que yo. Me dirigí al área mecánica y le comenté el problema. Se suponía que eran mecánicos, aunque lo cierto es que no pasaban de hinchadores de ruedas, y no muy avispados. No fueron capaces de bajarme el sillín.

Ya me veía yo dejando los webs. Tras varios intentos, conseguí “despegar” la tija de la pieza que acoplaba ésta a la barra vertical del cuadro. Tres cuartos de hora después, había resuelto el problema y por tanto, librado mis queridos webs.
A toda prisa, vuelta al control, a preparar el box y disparado a comer. Estaba cerca de la hora límite. Aún me quedó tiempo de echarme media horita de siesta. Con ésta, ya había dormido 2 horas y media…. Ideal para ir a correr un triatlón.

Ya era la hora. Así que nuevamente a la zona de boxes, no sin nuevos problemas. Paula, mi mujer, me acercó hasta allí. Bueno, lo más cerca que pudo, ya que estaban todos los alrededores cerrados al tráfico. Bajé del coche y me acerqué andando hasta boxes. 25 minutos andando bajo un sol de justicia, 33 grados y unas chanclas de plástico que me hicieron varias ampollas en los pies antes de salir a correr… En fin, que todo esto unido al entumecimiento de las piernas debido al viaje, hacía que las sensaciones para empezar a correr no pudieran ser peores.

Por si fuera poco, para terminar de completar el cuadro, nos comentaron a todos que 10 minutos antes de la prueba abrirían los boxes para dejar agua fresca. Llegado el momento todos nos agolpamos a hacer lo propio, pero… no nos dejaron. Hubo un mal entendido entre la organización y no se pudo entrar, ya que estaba corriendo el olímpico. Tras un poco de discusión unos cuantos pudimos acceder y dejamos el agua en su lugar.

Ya sólo quedaba probar el agua, calentar y listo. Así que allá fuimos. La exclamación al entrar en el agua siempre era la misma: ¡¡Hossstia!! Se suponía que el agua iba a estar a 21º y por tanto no nos dejaron usar neopreno. No sé la temperatura, pero lo cierto es que “estaba que jodía”.

Pero bueno, en eso todos estábamos en las mismas condiciones. Por fin nos llamaron a la cámara de salida y de allí salimos al pantalán. Organizaron 3 olas para el Sprint. La primera para los federados, 10 minutos más tarde para los no federados con tiempo acreditado y por último el resto, otros 10 minutos después.
La salida la hicimos desde el interior del agua, en parado, bajo una cuerda que no se podía traspasar pero que todo el mundo lo hacía. Los jueces intentaron recomponer la situación con escaso éxito. Entre tanto, los casi 300 de esa salida, nos dábamos patadas y manotazos por debajo del agua para intentar mantenernos a flote. ¡Y eso sin salir!

“PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII”, ¡¡¡y todos a nadar!

La salida, como siempre repleta de golpes. Yo me escoré hacia el extremo derecho, del que había salido, para intentar no recibir más hostias. Allí, hice un pequeño sprint y me separé un poco de los que llevaba detrás impidiéndome batir pies correctamente lo que hacía que éstos se me hundieran. Una vez separado, y nadando ya con soltura, intenté ir hacia la izquierda, al interior de la calle, dónde la distancia sería menor. Enseguida cogí pies y no pude adentrarme más. Así que allí me quedé, metido en los pies de alguien, intentando aprovechar el rebufo. El ritmo me parecía bajo, pero no tenía ninguna referencia, por lo que no sabía como íbamos. Al llegar a la primera boya, unos 300 metros, llevábamos algo más de 5 minutos. Giro a la derecha y dirección a la segunda boya. Seguí al mismo ritmo hasta ésta ya que quedaba muy cerca. El circuito conformaba un rectángulo y éste era el lado corto. Después calculé que serían unos 75-80 metros.

Al girar la segunda boya, nuevamente a la izquierda y enfilar el lado largo, decidí darle un poco de vidilla, ya que íbamos un poco lentos. Me fui al interior y tiré con fuerza del agua, agarradandome a ella. Adelanté a esa gente a la que iba pegado y poco a poco, cumplimos los 750 metros.

Salí del agua con algo más de 12 minutos. No fue un tiempazo, pero para no salir asfixiado del agua, tampoco estuvo mal del todo. Rápidamente salimos del agua, yo y unos cuantos a los que había dado alcance en el último tramo. Dirigiéndonos a los macroboxes. Estaban muy bien organizados y no fue difícil encontrar la bici.
Me coloqué las gafas, el casco, la goma con el dorsal y las zapatillas, que aunque pierda algún segundo (no voy a ganar por estos segunditos), me resulta más fácil saltar a la bici con las zapatillas puestas, que meter los pies en marcha.
Aún así, me fijé que la gente con la que había salido del agua, todavía estaban en los boxes, por lo que pensé que no había hecho una mala transición.

Ya en la bici, el circuito era totalmente plano y muy rápido, pero desde la salida en boxes hasta acceder al circuito había una rampa bastante pronunciada, por lo que dejé la bici preparada con el plato pequeño y un piñón mediano (no tengo ni idea qué desarrollo llevaba).

Nada más salir, hubo una ráfaga de viento que tiró un par de vallas. Estaban puestas para separar la circulación de salida de boxes de la de entrada a éstos. Al ver la vallas tiradas por el viento, yo grité a los voluntarios: “Cuidado con las vallas”. Fui capaz de esquivarlas. Vi como unos voluntarios fueron corriendo a recomponer los carriles pero, unos metros después, había otra valla más.

En otro golpe de viento, cayó la tercera valla. Esta vez no hubo tanta suerte. La dichosa valla cayó a poco más de uno o dos metros por delante de mí, arrastrándola de forma que el paso quedaba reducido a escasos centímetros. En un flash analicé la situación. “¿Esquivo la valla por la izquierda o por la derecha?” Por la derecha, estaba el precinto que delimitaba el carril de salida: Mal rollo. Por la izquierda, apenas quedaban 15 centímetros entre la valla y el bordillo de la acera. Así que decidí tirar con brazos y pies de la bici con fuerza, y probar suerte por encima, saltando cual gacela….

No hubo suerte. Como gacela no sirvo. Caí encima de la valla (hacia la mitad, más o menos). Por encima de ésta, aún anduve “un barrote” más, pero no fue suficiente. La rueda delantera se atrancó en uno de los huecos y yo salí despedido hacia arriba por encima de la bici. Al caer al suelo, intenté hacerme una pelota. Lo primero que cayó fue mi cabeza. ¡Vaya hostión se llevó mi casco! Posteriormente cayó mi hombro derecho.

Dolorido y raspado me quedé sentado en el suelo. En mi cabeza la imagen de mi primo y su maltrecha bici. Un señor muy amable gritó: “caída, caída”, mientras corría en mi ayuda. Me levantó y me animó diciendo “venga, venga, que vas muy bien. No ha sido nada”. Me echó una mano con la bici y tras recomponer mi moral, puesto que se me pasó por la cabeza retirarme, me empujó para salir y subir la pronunciada rampa que me quedaba hasta enlazar con el circuito.

Por fin salí, muy lento ya que estaba intentando recomponer las zapatillas, el caso, las gafas, etc. Al llegar al circuito dije, no me he retirado, pues hay que apretar el culo y pillar un grupillo. A lo lejos divisaba un grupito de 3. Pensé: “a por ellos”. No mucho más tarde les pillé, ya que no iban demasiado rápidos. Al pasarlos, se pegaron a mi como una lapa. En un par de ocasiones me dejé caer, porque no daban un relevo ni “harto vino”, pero en cuanto pasaban ellos, el ritmo disminuía notablemente.

En varias ocasiones intenté dar algún hachazo, ya que si no iban a colaborar, por lo menos, ya que me canso, que no fuera yo el único. Claro, que mis hachazos no son lo que eran, y no llegaban ni a pinchazos con un cuchillo de plástico. Así que no pude despegarme. En el grupito iban dos chicos y una chica, muy simpática a la vista, por cierto.

Algunos kilómetros más tarde, nos alcanzó un grupo bastante grande que iban como un tiro. Nosotros no íbamos mal del todo, 35-36 Km/h, pero estos iban….. tela. Aguanté como pude a la cola de ese grupito.

Cada vez que había que apretar para no perder rueda, me dolía el hombro, pero ya que estaba allí, yo intenté hacerlo lo mejor que pude. En el kilómetro 16, no podía ni con los cojopiiiiiiiiiiiiii……. y perdí la rueda del grupo. Aún así al llegar a boxes, soltar la bici y salir a correr vi un tiempo en mi reloj de 49 minutos. Muy bien, contando con lo que yo había previsto.

La salida a correr, como siempre, las piernas duras, malas sensaciones, la zancada muy corta… Me puse a mi lenta velocidad de crucero y dejé que cayeran los 5 kilómetros restantes. En esa distancia, las zodiacs y las lanchas rápidas, me adelantaban sin el menor esfuerzo. También me adelantó la chica esa que estaba en el grupito de 3. Pude comprobar, que, efectivamente, la chica era muy simpática. ¡¡¡Y eso sin hablar con ella!!! No doy detalles, esos me los guardo para mi.

El caso es que sin pena ni gloria, terminé mi carrera con un tiempo de 1h 14min (más o menos). Todavía no tengo el tiempo oficial, pero mi crono marcaba eso.
Para ser el primero de la temporada no ha estado nada mal si no llega a ser por el hostión que me dí, que además me hizo perder más de dos minutos.
En conclusión, esta gente montó una fiesta del copón, y salvo algún pequeño detalle todo estuvo muy correcto. Por la noche, organizaron una fiesta en una discoteca a la que no pude ir, así que de esa (y de la chica del grupito de 3) no puede haber crónica.

Saludos a todos.

Iván.

3 comentarios:

  1. Buena crónica y buen debut en la temporada de triatlón, a pesar del percance de la bici. Seguro que la simpatía de la chica del grupo de 3 diluyó el mal trago de la bici... ;-P

    Saludos.

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  2. Ya te digo. A mi me amenazaron con penalizarme durante la carrera por llevar la cremallera del maillot un poco bajada (hacía un calor de la leche), ¡¡¡Y a esta chica no la penalizaron por ir "así"!!! Era imposible concentrarse en la carretera. Hay vestimentas que tendrían que estar prohibidas en competición.... luego que hay accidentes.

    Lástima que no pueda subir una foto de las vistas que tenía desde mi bici cuando estaba detrás, en el grupito.

    Iván.

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  3. A Sevilla a correr el próximo!!!Todo el equipo allá...invadiendo la capital.

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