miércoles, 28 de noviembre de 2012

Maratón de San Sebastián por Rubén


Nuestro compañero Rubén nos cuenta su primera maratón.

MARATONIANO (Maratón de Donostia, 25 de Noviembre de 2012)

Dicen que quien corre una media puede correr una maratón, y tal vez sea cierto. También hay quien dice que una maratón es más que dos medias y que la verdadera carrera empieza en el kilómetro treinta. Seguramente es cierto. Los hay que dicen que Elvis está vivo y Walt Disney congelado. Yo eso ya no me lo creo, y además no viene a cuento. Lo que si viene a cuento es esta frase “si quieres correr, corre una milla; si quieres experimentar otra vida, corre un maratón”. Esto lo dijo Emi Zatopek, que además de olímpico y checo, al parecer era un tanto exagerado. Sí tenía razón en una cosa, y es que las sensaciones de la maratón no se parecen a la de ninguna otra distancia. O así me pareció a mí en mi debut en la distancia este domingo en Donostia.

Mi planteamiento inicial era participar en el maratón sin más aspiración que terminar la prueba. Había decidido correr con la liebre de 3:15, pero a un mes de la prueba fui viendo que eso no me motivaba y decidí que saldría con la liebre de 3:00. Como diría Zorba el griego, si hay que fracasar que sea un fracaso esplendoroso.
El día amaneció con lluvia aunque paró justo antes de la salida y luego apenas cayeron unas gotas en todo el recorrido. Temperatura perfecta, 11ºC. En la salida no está la liebre, así que saldría al ritmo previsto y ya me la encontraría. Dan la salida, me cuesta 13 segundos pasar por el arco y hago el primer kilómetro en 4:28, por una vez no empiezo acelerado. Cogido el ritmo ya solo hay que mantenerlo otros 41 km. Sencillo ¿no? Me dividí la carrera en seis tramos de 7 km que debía pasar en 29:45 cada uno, haciendo un colchoncito de 90 segundos para los famosos 195 metros. En el kilómetro 4 veo la banderola de la bici que acompaña a la liebre. Me llevan unos 150 metros pero yo se que llevo un buen ritmo, no hay prisa por alcanzarla.

La carrera avanza según mi plan: kilómetro 7 en 29:38, kilómetro 14 en 59:00, kilómetro 21 en 1:28:57, kilómetro 28 en 1:58:08. Hago balance, voy muy tranquilo, con sensación de ir controlando y de tener margen, pero siento algo de cansancio en los cuádriceps. No es dolor ni me limita de ninguna manera, pero me preocupa porque es demasiado pronto.
Al pensar en la carrera yo estaba convencido de llegar al kilómetro 35 sin problemas y a partir de ahí simplemente hacerlo lo mejor posible. Por desgracia los incidentes empezaron un poco antes. Pasado el kilómetro 32 me da un calambre en el muslo derecho. Me paro, cuento hasta cinco estirando, camino diez pasos y vuelvo a rodar. En el siguiente kilómetro tendría que repetir esta operación otras dos veces, una para cada pierna.

Paso el kilómetro 35 en 2:29:19. “Bien Rubén”, me digo, “aún estás a tiempo, has pasado el famoso muro, ya sabes lo que es, y ahora es cuestión de rodar otra media horita”. Pero no. No es tan fácil. A pesar del dolor de piernas puedo acelerar sin problemas, pero cada vez que subo la velocidad empiezo a notar amagos de nuevos calambres. No puedo arriesgar. Durante los siguientes kilómetros fui repitiendo la experiencia siempre con el mismo resultado: si quería rodar más rápido notaba que podía quedarme en cualquier momento. Las piernas las voy sintiendo cada vez más rígidas. Al acercarme a los avituallamientos tengo que empezar a dirigirme hacia el lateral 500 metros antes, me da miedo rodar de una manera que no sea en perfecta línea recta. En los giros voy gritando “¡no me cierres, no me cierres!” porque si el de delante me hace frenar o hacer un gesto brusco tengo miedo de quedarme. Supongo que estas son las sensaciones del maratón, perfecto de ánimo y caja, pero con músculos que van desertando. También os diré que esos kilómetros son muy especiales. Sólo ver los carteles impresiona: 38, 39, ¡40!, qué barbaridad, qué kilometrada. El 41 ya huele a meta.
Me adelanta a toda velocidad la bici con el cartel de tres horas “dale, dale, que aún llegas” Sé que no es verdad, que he ido dejando segundos en cada kilómetro; mi guerra ya es otra. Hago un último intento de subir el ritmo. Un poquito, solo un poquito. Un amago de calambre, pero muy leve. Parece que no hay peligro.  Quiero darme el gusto de hacer los últimos quinientos metros como me hubiera gustado hacer la última media hora. Solo quiero rodear la pista de Anoeta sintiendo que he disputado la prueba, la he peleado, me he adaptado y he dado lo mejor de mí. Rodear la pista de Anoeta sintiéndome corredor.

Anoeta para mi solito.

Cruzo la meta y me invade un sentimiento extraño. No es satisfacción, ni orgullo,  ni cansancio, ni la tensión acumulada. No lo sé, el caso es que me emocioné. Me tomo unos minutos para procesar las sensaciones, me acerco a mi familia y por fin aparece la sonrisa.

Procesando emociones tras la meta.

Masaje, ducha y nuevo encuentro con la familia. Ahora no hay ninguna duda: me siento feliz. Soy maratoniano.

Tiempo oficial: 3:01:35

Happy End.

6 comentarios:

  1. Enorabuena Campeón!!!

    Menudo estreno en la distáncia de Filípides, ese resultado no está al alcance de cualquiera... tal y como me comentaste, "me veo fuerte", y que cierto compañero.

    Ahora a pensar en la próxima, pues como dice Curro... "la Maratón te envenena".

    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Dani:
      de momento a descansar y a recuperar para Vitoria, pero algo de venenillo yo creo que si que me entró...
      Rubén

      Eliminar
  2. Enhorabuena Rubén .... tiempazo que te permitirá retarte a ti mismo en la próxima ... a por ese sub 3 horas !!!

    UN abrazo Javi V.

    ResponderEliminar
  3. Hola Rubén: Me alegro por la gran prueba que has hecho. Un abrazo. Felix San Mateo

    ResponderEliminar
  4. ENHORABUENA CAMPEON, el primer maratón y has hecho un tiempazo, tranquilo que seguro que consigues bajar, el maratón es una aventura, sobre todo en sensaciones, nos vemos, un abrazo.
    Raúl

    ResponderEliminar
  5. Cada día mas miedo, compadre. Te felicito por tu carrerón, y tu crónica; me ha enganchado desde el principio, hasta pensé que no llegabas, que sufrimiento. . . . .
    Otro golpe mas de martillo en un metal candente, estamos forjando una nueva promesa en esto del triatlón. ENHORABUENA

    ResponderEliminar