miércoles, 4 de julio de 2012

Triatlón Olímpico de San Sebastián


Triatlón San Sebastián 2012.

2h 40 min 00 seg.

            Así comenzó el triatlón de San Sebastián 2012, con ese objetivo. Bueno, realmente ese fue el comentario que hice a algunos integrantes de la “expedición”.

            Lo cierto es que un par de semanas antes, sin haber hecho ningún número, mi pretensión era esa. 2h 40min. Lo dije en base a lo que recordaba de mi “anterior vida”, cuando mi estado de forma no era el lamentable actual. Cuando llegué a casa, después de esa conversación, calculé, por encima, el tiempo, con lo que pensé:

“¡Cómo me he columpiado!, si hago entre 2h 45min y 2h50min. Me puedo dar con un canto en los dientes.”

            Después de organizarnos, la expedición “el día de antes” partió rumbo a SanSe. Unos con sus familias, otros solos. Allí pernoctaron. La expedición “madrugón” lo hicimos el mismo domingo, como el propio nombre de la expedición indica, tras un escrotal madrugón (vamos, que fue un madrugón de cojones).

            Lo cierto es que llegamos muy bien, hacia las 7:45 de la mañana. A esa hora, en la que en otra situación todavía no existen calles, aparcamos sin ningún problema en el parking de “La Concha”. Descargamos la bici y resto de material necesario y nos fuimos para boxes, dónde habíamos quedado con la expedición “el día de antes”. Raúl se encargó de retirar nuestros dorsales para agilizar el día de la prueba.

            Una vez en el hotel Londres, donde se situaba el control del material, aparecieron Carlos O., Rober  A., Santi C., Jorge M., Raúl L. y Juan Carlos T. junto con nosotros, David D., Dani C. y yo, formamos toda la comparsa Lacturale que presentamos allí.

            Los típicos comentarios del momento y alguna foto precompetición. Lo cierto es que el día pintaba muy bien. Hacía fresquito pero no se veía ni una nube. Tras colocar todo el material en el box, bajamos hacia la playa dónde nos metimos en el agua a hacer unos largos.

            El agua no estaba demasiado fría y las sensaciones no eran malas. Ya calientes fuimos hacia la zona de salida. Una vez allí, entre 700 personas, me perdí de todos los compañeros, excepto de David. Nos colocamos en el extremo derecho. Muy, muy, muy escorados, pero así intentaríamos evitar los manotazos y patadas.

            Sin previo aviso y con una puntualidad impresionante, BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOONNNNNNNNNGGGGGGGGGGG
¡¡¡¡Y todo Dios como loco al agua!!!!
           
            Estabamos en medio de la marabunta, cuando empezamos a correr. Por un lado pensando que tendríamos que habernos metido a los “codazos”, para intentar ganar algún puesto, y por otro diciendo, “cuantas menos patadas me den, antes cogeré mi ritmo”. Pues nada, dicho y hecho, a correr. Se formó un pasillo delante de mí totalmente vacío. Este es mi sitio. Así que cambié mínimamente la dirección para encarar bien el pasillo y… al agua. Empecé a nadar con soltura e increíblemente sin recibir ni un sólo manotazo ni patada ni nada que perjudicara la brazada. David estaba pegado a mí, a rebufo en mi estela, según me dijo después. A los pocos metros, noté un brazo encima de mi culo que me hundió un poco. Eso me hizo pensar que “dura poco la alegría en la casa del pobre”. Lo cierto, es que no fue más que ese brazo. Pateé un poco y me zafé de él. Creo que se llevó peor parte David, ya que según me comentó al terminar, él sufrió un ataque por un flanco que le hizo perder mis pies. Lo mismo fue el mismo individuo.

            Entre tantas cabezas amarillas y blancas no se veían las boyas, por lo que comenzé a nadar en la misma dirección  que todo el mundo. Según estaba en las bases, tenía que haber dos salidas. 9:30 para federados y 9:35 para no federados (antes salieron las chicas). El caso es que los gorros estaban mezclados, por lo que creo que no dieron esas dos salidas.

            Sabía que habíamos salido muy escorados a la derecha. Había que intentar ir hacia el centro para coger la cuerda buena del recorrido, sin embargo, entre tanta gente, era imposible, así que creo que nos dimos un “rulito” de más por La Concha. No mucho después del manotazo en mi trasero noté que el neopreno se me había abierto, creándome una bolsa de agua que tenía que arrastrar.  ¡No te jode! Estoy acostumbrado a entrenar con bañador de carga, pero vamos, llevarme medio Atlántico dentro de mi neopreno… (por no ser exagerado). Estuve a punto de pararme para subir la cremallera, pero me lo pensé mejor: “prefiero arrastrar agua a que me pase todo Dios por encima”, así que seguí nadando.

            Al llegar a la primera boya, como siempre por el exterior, lejos de pasar pegadito a ella, vi que la estaba dejando a más de 20 ó 25 metros. En fin, ya estoy aquí y no puedo hacer nada por recuperar los metros de más. Intenté encarar la segunda boya. Una naranja más pequeña. Estaba tan en el exterior, que ni tan siquiera la vi. Así que directos a por la tercera. Otra boya gigante de El Correo. Esa sí que la veía bien y la tenía enfilada. De repente, apareció por mi izquierda un tío con complejo de lancha rápida de abordaje, que debía estar totalmente desorientado, ya que iba en dirección contraria a la boya y a toda leche. Me soltó una ostia que “a poco” se la devuelvo, por cab….micace.

            Con estos devenires, llegué a la boya ahora un poco mejor situado, hice el giro y encaré la última boya. Como el último giro era a derechas y el anterior a izquierdas, esta recta paralela a la playa la hice por el sitio bueno. Al llegar a la última boya, levanté la cabeza para otear el arco de acceso a la playa y enfilarlo.

            Llegué a la playa, nada más levantarme, miré el reloj: 24 minutos y pico. Bueno, dos minutos más de lo que quería, pero contando con el “rulito” por La Concha, y el trozo de mar que me llevé a rastras, no estaba mal del todo.

            Sin embargo los problemas en mi especialidad no había terminado. Intenté sacarme las mangas del neopreno. “¡Mierda, no sale! La espalda, que llevo abierta, no se abre más y no tengo margen para tirar del hombro y sacar el brazo.” Me paré para sacarlo con calma y descubrí lo que había pasado. Con el vaivén del agua, la cuerda del mono se había enganchado con la cremallera del neopreno. Por fin saqué las mangas y subí hacia los boxes un poco alterado por el contratiempo. Pasé por la alfombra del crono con 27 minutos. Había perdido casi 3 minutos. Al llegar a boxes me intenté quitar el neopreno, sin éxito. Allí estuve un rato luchando con él, hasta que llegó Carlos Ordás, no mucho después que yo. Me echó una mano y consiguió liberar la cuerda. Muchas gracias, Carlos, si no llegas a estar ahí, todavía estoy en Donosti intentando quitarme el neopreno.

            Aún así, el tiempo en boxes no estuvo demasiado mal, 2min 33seg. La bici de Juan Carlos no estaba. Justo antes de la salida, me dijo, “no me ganes en el agua”, y yo, como lo prometido es deuda, así lo hice… jejeje. Se marcó un tiempo cojonudo.

            Salimos con la bici, Carlos por delante de mí. Me coloqué las zapatillas, y tiré fuerte los primeros metros adelantándole. Voy a tirar a ver si con Carlos aquí, nos lanzamos un poco hacia las primeras rampas del recorrido.

            San Sebastián está enclavado en una zona, paisajísticamente, muy atractiva. Ahora bien, el tío que decidió ponerla ahí, no pensó en los ciclistas. El primer tramo del recorrido, discurre por un par de urbanizaciones y un polígono. Es un constante sube-baja con rampas, no muy largas pero si muy inclinadas. Estoy seguro de que alguna pasará del 12%. Con esa pendiente en la primera, dejé a Carlos. Él se fue con el grupo y yo no aguanté el ritmo de subida. Por lo que seguí a mi tran-tran.

            Al llegar a la subida del polígono, me alcanzaron Jorge Martínez y Rober. Con los correspondientes ánimos, intenté quedarme con ellos en los metros que me quedaban de subida, que no eran muchos. Tras esta comenzaba la bajada y luego un llaneo muy rápido hacia Orio e Igueldo. Si aguantaba esa subida, intentaría quedarme en ese grupo. No pude. Pero tampoco me apena, ya que seguro que no hubiera aguantado el ritmo de llaneo. Seguro que rodaron muy rápido.

            Tras la bajada, hacia el kilómetro 15 aproximadamente, me pilló el grupo de David D. estaba en él, el amigo Toño (Elias), de La Solera. El grupo iba rápido, pero podía aguantar a rueda, así que me quedé con ellos un rato. En no más de un par de kilómetros, ví que ese ritmo no era el mío. Aún estando colocado atrás, había que pisar fuerte al pedal, y me dio miedo cargar las piernas y llegar al puerto hecho polvo. Así que decidí descolgarme y esperar al siguiente. Al poquito me alcanzó otro grupo. Este sí fue el bueno. Estábamos rodando entre 39Km/h, en las zonas que picaba un poquito para arriba y 45 Km/h en las que picaba un poquito para abajo. Tampoco estaba nada mal.

            Con este panorama, llegamos a Orio, enseguida decidí, descansar las piernas para negociar el puerto un poquito mejor. En las primeras rampas, me descolgué del grupo, mi guerra no está en las subidas, ya que soy muy malo y muy pesado para subir. (de momento, convivo con mi mochila).

            Chino-chano, llegué a la famosa curva, antesala de la cumbre. Mogollón de gente agrupada allí dando ánimos.

            El tramo de llaneo hasta llegar al comienzo de la bajada de Igueldo, también fue bastante fuerte y la bajada, a degüello.

            Al llegar al paseo de La Concha, vi a Carlos, que llevaba 1Km, más o menos, corriendo, por lo que me habría sacado en la bici 5 o 6 minutos. No estaba nada mal, Carlos hizo un buen tiempo y yo aguaté el tipo, como pude. Mi tiempo final en bici, 1h25min.

            La T2 fue mucho más rápida, 1min 36seg. Bastante bien. Salí a correr, con las piernas extrañamente frescas. Sin sensación de tensión en los gemelos ni los isquios. Tampoco quise forzar, hasta encontrar sensaciones. Hice los dos primeros kilómetros a algo menos de 5min/km, muy bien, para lo que soy yo. Enseguida me crucé con Juan Carlos, que iba como un tiro, Rober, Jorge, David y Carlos. Yo me mantuve en torno a 5min/km sabiendo que había ganado en los 3 primeros kilómetros medio minutito a la barrera psicológica de los 50 minutos en el 10000. Hacia el kilómetro 4 o 5, no recuerdo, me pasó Raúl, por supuesto, no intenté quedarme con él. Ni tan siquiera se me pasó por la imaginación. Mi nivel de carrera no es el suyo. Así que dejé que se fuera mientras me animaba.

            El ambiente en La Concha era inmejorable, tanto por la gente como por el día. Hacía una temperatura ideal para correr y una ligera brisita que no permitía que el calor agobiara.

            Durante las 3 vueltas del recorrido, nos fuimos cruzando todos los integrantes de la expedición. En la segunda vuelta, vi que los que iban por delante iban muy bien. A David me lo crucé andando, por lo que supuse que habría tenido algún problema muscular, ya que en las anteriores vueltas se le veía corriendo con soltura. Al terminar nos contó que tuvo que retirarse por problemas logísticos. Aunque con buen sabor de boca por que las sensaciones que muscularmente eran muy buenas, se le tuvo que quedar ese sabor agrio de verse forzado a retirarse.

            Lástima, David, seguro que el próximo te quitas esa espinita.

            Poco a poco, pasaban los metros. Unos me adelantaban, a otros adelantaba yo. Eran 3 vueltas al circuito, por lo que era difícil saber si los que te pasaban te estaban doblando o sólo te adelantaban, pero eso ya era lo de menos. Ya sólo quedaba la recta de meta plagada de gente. Primero en dirección contraria para llegar al giro de 180º dónde se encaraba el arco de meta.

            Cuando pisé la alfombra azul, además de la sensación de satisfación, observé que Dani me estaba dando alcance. Creo que le faltaron para pillarme 300 metros escasos, ya que corriendo va mucho más rápido que yo.

            Al llegar, el tiempo en meta 2h 49min 26seg. Por los pelos, por debajo de 2h 50. Muy lejos de las primeras 2h 40min que había pensado, pero ese tiempo era irreal. Aunque, quien sabe, especulando sobre lo que podría haber pasado, lo mismo, de no haber perdido el tiempo del “rulito” por el mar y el atasco de la cremallera del neopreno, hubieran salido 2 minutitos menos…. Eso lo dejaremos para intentarlo el año que viene.

            La prueba, es muy recomendable para todos. Así que a ver si el próximo año, en lugar se 10, nos animamos por lo menos, 20.

            Nos vemos en El Rasillo.
Iván.

3 comentarios:

  1. Enhorabuena por la crónica y por la carrera, y si hubo dos salidas ya que Dani y yo casi salimos en la de no federados, el proximo año a ver si podemos repetir, saludos.
    Raúl.

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  2. Como dice Raúl hubo no dos, si no tres salidas, la de Federados, la de Raúl y mía, y la de No Federados. Os cuento la escena porque es propia del TBO: Raúl y yo charlando en el límite de la zona de salida con el neopreno por la cintura y las gafas y el gorro en la mano... BOOOOOOOOOONG! Se produce una multitudinaria salida de un mar de morsas saltando en el agua, Raul y yo mirando y comentando la salida... cuando ya la mayoría había cogido la horizontal en el agua... "Ey!!! que todos llevan gorros blanco o amarillo... que es nuestra salida!!! A toda leche echándonos una mano para enfundarnos en los neoprenos, colocarnos el gorro y las gafas y a echar correr hacia el agua... para cuando quisimos tocarla los últimos ya nos sacaban unos 50 metros, esa fue la segunda e improvisada salida... minutos más tarde se produciría la de NO Federados. En fin, no sufrimos lo más mínimo para buscar nuestro sitio, ya que sólo fuimos ganando posiciones a lo largo del sector de natación.

    Raúl, de camino a la segunda boya grande, frente a la escalinata que da acceso al paseo junto al Ayuntamiento, tomó rumbo a la calle de los "pintxos" porque iba directo hacia allí a pesar de hacerle señales con el brazo para que corrigiese la trayectoria, o quizá es que los 1500m se le hiciesen pocos y quiso alargarlos un poco... y alguna que otra incidencia adicional antes de la transición, que duró más de 4:30... vamos, propia de los JJ.OO.

    Saludos.

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  3. Gracias por la crónica Iván. Sólo por ésto merece la pena estar en este equipo. Recuerdo los madrugones y cuando viajaba solo a estas pruebas, y ahora el poder compartir con tanta gente del equipo esta experiencia es un gustazo, no solo la prueba si no la previa y la postcompetición, gracias a todos por un fin de semana inolvidable, nos vemos en la próxima.

    Carlos Ordás

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