Triatlón San Sebastián 2012.
2h 40 min 00 seg.
Así comenzó el
triatlón de San Sebastián 2012, con ese objetivo. Bueno, realmente ese fue el
comentario que hice a algunos integrantes de la “expedición”.
Lo cierto es que
un par de semanas antes, sin haber hecho ningún número, mi pretensión era esa.
2h 40min. Lo dije en base a lo que recordaba de mi “anterior vida”, cuando mi
estado de forma no era el lamentable actual. Cuando llegué a casa, después de
esa conversación, calculé, por encima, el tiempo, con lo que pensé:
“¡Cómo me he columpiado!, si hago entre 2h 45min y 2h50min. Me
puedo dar con un canto en los dientes.”
Después de
organizarnos, la expedición “el día de antes” partió rumbo a SanSe. Unos con
sus familias, otros solos. Allí pernoctaron. La expedición “madrugón” lo
hicimos el mismo domingo, como el propio nombre de la expedición indica, tras
un escrotal madrugón (vamos, que fue un madrugón de cojones).
Lo cierto es que
llegamos muy bien, hacia las 7:45 de la mañana. A esa hora, en la que en otra
situación todavía no existen calles, aparcamos sin ningún problema en el
parking de “La Concha”. Descargamos la bici y resto de material necesario y nos
fuimos para boxes, dónde habíamos quedado con la expedición “el día de antes”.
Raúl se encargó de retirar nuestros dorsales para agilizar el día de la prueba.
Una vez en el
hotel Londres, donde se situaba el control del material, aparecieron Carlos O.,
Rober A., Santi C., Jorge M., Raúl L. y
Juan Carlos T. junto con nosotros, David D., Dani C. y yo, formamos toda la
comparsa Lacturale que presentamos allí.
Los típicos
comentarios del momento y alguna foto precompetición. Lo cierto es que el día
pintaba muy bien. Hacía fresquito pero no se veía ni una nube. Tras colocar
todo el material en el box, bajamos hacia la playa dónde nos metimos en el agua
a hacer unos largos.
El agua no estaba
demasiado fría y las sensaciones no eran malas. Ya calientes fuimos hacia la
zona de salida. Una vez allí, entre 700 personas, me perdí de todos los
compañeros, excepto de David. Nos colocamos en el extremo derecho. Muy, muy,
muy escorados, pero así intentaríamos evitar los manotazos y patadas.
Sin previo aviso
y con una puntualidad impresionante,
BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOONNNNNNNNNGGGGGGGGGGG
¡¡¡¡Y todo Dios como loco al agua!!!!
Estabamos en
medio de la marabunta, cuando empezamos a correr. Por un lado pensando que
tendríamos que habernos metido a los “codazos”, para intentar ganar algún
puesto, y por otro diciendo, “cuantas menos patadas me den, antes cogeré mi
ritmo”. Pues nada, dicho y hecho, a correr. Se formó un pasillo delante de mí
totalmente vacío. Este es mi sitio. Así que cambié mínimamente la dirección
para encarar bien el pasillo y… al agua. Empecé a nadar con soltura e
increíblemente sin recibir ni un sólo manotazo ni patada ni nada que
perjudicara la brazada. David estaba pegado a mí, a rebufo en mi estela, según
me dijo después. A los pocos metros, noté un brazo encima de mi culo que me
hundió un poco. Eso me hizo pensar que “dura poco la alegría en la casa del
pobre”. Lo cierto, es que no fue más que ese brazo. Pateé un poco y me zafé de
él. Creo que se llevó peor parte David, ya que según me comentó al terminar, él
sufrió un ataque por un flanco que le hizo perder mis pies. Lo mismo fue el mismo
individuo.
Entre tantas
cabezas amarillas y blancas no se veían las boyas, por lo que comenzé a nadar
en la misma dirección que todo el mundo.
Según estaba en las bases, tenía que haber dos salidas. 9:30 para federados y
9:35 para no federados (antes salieron las chicas). El caso es que los gorros
estaban mezclados, por lo que creo que no dieron esas dos salidas.
Sabía que
habíamos salido muy escorados a la derecha. Había que intentar ir hacia el
centro para coger la cuerda buena del recorrido, sin embargo, entre tanta
gente, era imposible, así que creo que nos dimos un “rulito” de más por La
Concha. No mucho después del manotazo en mi trasero noté que el neopreno se me
había abierto, creándome una bolsa de agua que tenía que arrastrar. ¡No te jode! Estoy acostumbrado a entrenar
con bañador de carga, pero vamos, llevarme medio Atlántico dentro de mi
neopreno… (por no ser exagerado). Estuve a punto de pararme para subir la
cremallera, pero me lo pensé mejor: “prefiero arrastrar agua a que me pase todo
Dios por encima”, así que seguí nadando.
Al llegar a la
primera boya, como siempre por el exterior, lejos de pasar pegadito a ella, vi
que la estaba dejando a más de 20 ó 25 metros. En fin, ya estoy aquí y no puedo
hacer nada por recuperar los metros de más. Intenté encarar la segunda boya.
Una naranja más pequeña. Estaba tan en el exterior, que ni tan siquiera la vi.
Así que directos a por la tercera. Otra boya gigante de El Correo. Esa sí que
la veía bien y la tenía enfilada. De repente, apareció por mi izquierda un tío
con complejo de lancha rápida de abordaje, que debía estar totalmente
desorientado, ya que iba en dirección contraria a la boya y a toda leche. Me
soltó una ostia que “a poco” se la devuelvo, por cab….micace.
Con estos
devenires, llegué a la boya ahora un poco mejor situado, hice el giro y encaré
la última boya. Como el último giro era a derechas y el anterior a izquierdas,
esta recta paralela a la playa la hice por el sitio bueno. Al llegar a la
última boya, levanté la cabeza para otear el arco de acceso a la playa y
enfilarlo.
Llegué a la
playa, nada más levantarme, miré el reloj: 24 minutos y pico. Bueno, dos
minutos más de lo que quería, pero contando con el “rulito” por La Concha, y el
trozo de mar que me llevé a rastras, no estaba mal del todo.
Sin embargo los
problemas en mi especialidad no había terminado. Intenté sacarme las mangas del
neopreno. “¡Mierda, no sale! La espalda, que llevo abierta, no se abre más y no
tengo margen para tirar del hombro y sacar el brazo.” Me paré para sacarlo con
calma y descubrí lo que había pasado. Con el vaivén del agua, la cuerda del
mono se había enganchado con la cremallera del neopreno. Por fin saqué las
mangas y subí hacia los boxes un poco alterado por el contratiempo. Pasé por la
alfombra del crono con 27 minutos. Había perdido casi 3 minutos. Al llegar a
boxes me intenté quitar el neopreno, sin éxito. Allí estuve un rato luchando
con él, hasta que llegó Carlos Ordás, no mucho después que yo. Me echó una mano
y consiguió liberar la cuerda. Muchas gracias, Carlos, si no llegas a estar
ahí, todavía estoy en Donosti intentando quitarme el neopreno.
Aún así, el
tiempo en boxes no estuvo demasiado mal, 2min 33seg. La bici de Juan Carlos no
estaba. Justo antes de la salida, me dijo, “no me ganes en el agua”, y yo, como
lo prometido es deuda, así lo hice… jejeje. Se marcó un tiempo cojonudo.
Salimos con la
bici, Carlos por delante de mí. Me coloqué las zapatillas, y tiré fuerte los
primeros metros adelantándole. Voy a tirar a ver si con Carlos aquí, nos
lanzamos un poco hacia las primeras rampas del recorrido.
San Sebastián
está enclavado en una zona, paisajísticamente, muy atractiva. Ahora bien, el
tío que decidió ponerla ahí, no pensó en los ciclistas. El primer tramo del
recorrido, discurre por un par de urbanizaciones y un polígono. Es un constante
sube-baja con rampas, no muy largas pero si muy inclinadas. Estoy seguro de que
alguna pasará del 12%. Con esa pendiente en la primera, dejé a Carlos. Él se
fue con el grupo y yo no aguanté el ritmo de subida. Por lo que seguí a mi
tran-tran.
Al llegar a la
subida del polígono, me alcanzaron Jorge Martínez y Rober. Con los
correspondientes ánimos, intenté quedarme con ellos en los metros que me
quedaban de subida, que no eran muchos. Tras esta comenzaba la bajada y luego un
llaneo muy rápido hacia Orio e Igueldo. Si aguantaba esa subida, intentaría
quedarme en ese grupo. No pude. Pero tampoco me apena, ya que seguro que no
hubiera aguantado el ritmo de llaneo. Seguro que rodaron muy rápido.
Tras la bajada,
hacia el kilómetro 15 aproximadamente, me pilló el grupo de David D. estaba en
él, el amigo Toño (Elias), de La Solera. El grupo iba rápido, pero podía
aguantar a rueda, así que me quedé con ellos un rato. En no más de un par de
kilómetros, ví que ese ritmo no era el mío. Aún estando colocado atrás, había
que pisar fuerte al pedal, y me dio miedo cargar las piernas y llegar al puerto
hecho polvo. Así que decidí descolgarme y esperar al siguiente. Al poquito me
alcanzó otro grupo. Este sí fue el bueno. Estábamos rodando entre 39Km/h, en
las zonas que picaba un poquito para arriba y 45 Km/h en las que picaba
un poquito para abajo. Tampoco estaba nada mal.
Con este
panorama, llegamos a Orio, enseguida decidí, descansar las piernas para negociar
el puerto un poquito mejor. En las primeras rampas, me descolgué del grupo, mi
guerra no está en las subidas, ya que soy muy malo y muy pesado para subir. (de
momento, convivo con mi mochila).
Chino-chano,
llegué a la famosa curva, antesala de la cumbre. Mogollón de gente agrupada
allí dando ánimos.
El tramo de
llaneo hasta llegar al comienzo de la bajada de Igueldo, también fue bastante
fuerte y la bajada, a degüello.
Al llegar al
paseo de La Concha, vi a Carlos, que llevaba 1Km, más o menos, corriendo, por
lo que me habría sacado en la bici 5 o 6 minutos. No estaba nada mal, Carlos
hizo un buen tiempo y yo aguaté el tipo, como pude. Mi tiempo final en bici,
1h25min.
La T2 fue mucho
más rápida, 1min 36seg. Bastante bien. Salí a correr, con las piernas
extrañamente frescas. Sin sensación de tensión en los gemelos ni los isquios.
Tampoco quise forzar, hasta encontrar sensaciones. Hice los dos primeros
kilómetros a algo menos de 5min/km, muy bien, para lo que soy yo. Enseguida me
crucé con Juan Carlos, que iba como un tiro, Rober, Jorge, David y Carlos. Yo
me mantuve en torno a 5min/km sabiendo que había ganado en los 3 primeros
kilómetros medio minutito a la barrera psicológica de los 50 minutos en el
10000. Hacia el kilómetro 4 o 5, no recuerdo, me pasó Raúl, por supuesto, no
intenté quedarme con él. Ni tan siquiera se me pasó por la imaginación. Mi
nivel de carrera no es el suyo. Así que dejé que se fuera mientras me animaba.
El ambiente en La
Concha era inmejorable, tanto por la gente como por el día. Hacía una
temperatura ideal para correr y una ligera brisita que no permitía que el calor
agobiara.
Durante las 3
vueltas del recorrido, nos fuimos cruzando todos los integrantes de la
expedición. En la segunda vuelta, vi que los que iban por delante iban muy
bien. A David me lo crucé andando, por lo que supuse que habría tenido algún
problema muscular, ya que en las anteriores vueltas se le veía corriendo con
soltura. Al terminar nos contó que tuvo que retirarse por problemas logísticos.
Aunque con buen sabor de boca por que las sensaciones que muscularmente eran
muy buenas, se le tuvo que quedar ese sabor agrio de verse forzado a retirarse.
Lástima, David,
seguro que el próximo te quitas esa espinita.
Poco a poco,
pasaban los metros. Unos me adelantaban, a otros adelantaba yo. Eran 3 vueltas
al circuito, por lo que era difícil saber si los que te pasaban te estaban
doblando o sólo te adelantaban, pero eso ya era lo de menos. Ya sólo quedaba la
recta de meta plagada de gente. Primero en dirección contraria para llegar al
giro de 180º dónde se encaraba el arco de meta.
Cuando pisé la
alfombra azul, además de la sensación de satisfación, observé que Dani me
estaba dando alcance. Creo que le faltaron para pillarme 300 metros escasos, ya
que corriendo va mucho más rápido que yo.
Al llegar, el
tiempo en meta 2h 49min 26seg. Por los pelos, por debajo de 2h 50. Muy lejos de
las primeras 2h 40min que había pensado, pero ese tiempo era irreal. Aunque,
quien sabe, especulando sobre lo que podría haber pasado, lo mismo, de no haber
perdido el tiempo del “rulito” por el mar y el atasco de la cremallera del
neopreno, hubieran salido 2 minutitos menos…. Eso lo dejaremos para intentarlo
el año que viene.
La prueba, es muy
recomendable para todos. Así que a ver si el próximo año, en lugar se 10, nos
animamos por lo menos, 20.
Nos vemos en El
Rasillo.
Iván.
Enhorabuena por la crónica y por la carrera, y si hubo dos salidas ya que Dani y yo casi salimos en la de no federados, el proximo año a ver si podemos repetir, saludos.
ResponderEliminarRaúl.
Como dice Raúl hubo no dos, si no tres salidas, la de Federados, la de Raúl y mía, y la de No Federados. Os cuento la escena porque es propia del TBO: Raúl y yo charlando en el límite de la zona de salida con el neopreno por la cintura y las gafas y el gorro en la mano... BOOOOOOOOOONG! Se produce una multitudinaria salida de un mar de morsas saltando en el agua, Raul y yo mirando y comentando la salida... cuando ya la mayoría había cogido la horizontal en el agua... "Ey!!! que todos llevan gorros blanco o amarillo... que es nuestra salida!!! A toda leche echándonos una mano para enfundarnos en los neoprenos, colocarnos el gorro y las gafas y a echar correr hacia el agua... para cuando quisimos tocarla los últimos ya nos sacaban unos 50 metros, esa fue la segunda e improvisada salida... minutos más tarde se produciría la de NO Federados. En fin, no sufrimos lo más mínimo para buscar nuestro sitio, ya que sólo fuimos ganando posiciones a lo largo del sector de natación.
ResponderEliminarRaúl, de camino a la segunda boya grande, frente a la escalinata que da acceso al paseo junto al Ayuntamiento, tomó rumbo a la calle de los "pintxos" porque iba directo hacia allí a pesar de hacerle señales con el brazo para que corrigiese la trayectoria, o quizá es que los 1500m se le hiciesen pocos y quiso alargarlos un poco... y alguna que otra incidencia adicional antes de la transición, que duró más de 4:30... vamos, propia de los JJ.OO.
Saludos.
Gracias por la crónica Iván. Sólo por ésto merece la pena estar en este equipo. Recuerdo los madrugones y cuando viajaba solo a estas pruebas, y ahora el poder compartir con tanta gente del equipo esta experiencia es un gustazo, no solo la prueba si no la previa y la postcompetición, gracias a todos por un fin de semana inolvidable, nos vemos en la próxima.
ResponderEliminarCarlos Ordás